Aún recuerdo el momento que por primera vez escuché que Ridley Scott iba a rodar una película de romanos. Así, de golpe. El pemplum, nombre con el se conoce este sub-género del cine de acción, no es que estuviese de capa caída... estaba muerto y enterrado. Por eso, al leer en una revista de cine (no haré publicidad ya que no nos pagan) que el director de 'Blade Runner' planeaba liarse a espadazos en la Antigua Roma, no pude evitar recordar aquella maravillosa frase que Robert Graves decía en 'Aterriza como puedas' (1980) : "Joey... ¿Te gustan las películas de gladiadores?". Mira tú por donde acerté en la temática. Lo que no podía imaginar es que el visionario de Ridley ofreciera un espectáculo digno del mejor circo de Roma. Ave Ridley, los que vamos a disfrutar te saludan.
¿De qué va?
Maximus (Russel Crowe) es un poderoso general romano, amado por el pueblo y el emperador Marco Aurelio. Antes de su muerte, el emperador elige a Maximus para ser su heredero por encima de su propio hijo, Cómodo (Joaquin Phoenix), y una lucha de poder deja a Maximus y su familia condenados a muerte. El poderoso general es incapaz de salvar a su familia. Herido tras escapar de una muerte segura es capturado y puesto en los juegos de gladiadores. El único deseo que alimenta su vida es lograr vengarse de Cómodo.
La crítica
Hacía unos años que el bueno de Ridley andaba muy perdido con su carrera cinematográfica. Penosos resultados tanto de crítica como de taquilla habían tenido sus últimos trabajos. 'Tormenta blanca' (1996) fue una lastimera muestra de talento desaprovechado. 'La teniente O'Neill' (1997) una desastrosa versión de 'Rambo' con periodos de menstruación. Todo hacía pensar que el aura mágica de Scott estaba desaparecida en combate. Por otro lado, un taciturno actor australiano estaba recogiendo poco a poco éxitos gracias a títulos como 'L.A. Confidential' (1997) o 'El dilema' (1999). Una conjunción planetaria hizo que la carrera de ambos cambiase radicalmente gracias a 'Gladiator'.
Primero hay que decir que aunque es un guión original, la película tiene un referente ineludible: 'La caída del imperio romano' (1964) de Anthony Mann. Os la recomiendo antes de ver ésta. Aún así, el toque que posee la cinta de Scott es de una fuerza demoledora. Visualmente impecable, con ritmo constante y trama bien estructurada. En ningún momento decae el espectáculo, gracias a una puesta en escena digna del nuevo milenio que comenzaba. Unos efectos especiales que no perturban la visión, sino que engrandecen todavía más el conjunto.
Nada más comenzar estamos en plena batalla, sin medias tintas. En un alarde de montaje, el director nos mete de lleno en la acción. Presenta a personajes, motivaciones e incluye escenas de alto voltaje que ponen a las claras lo que nos espera durante las próximas dos horas.
Un muy bien elegido Russel Crowe pone la nota de rudeza y épica aplastante que nos trasladará a los inicios de la decadencia del Imperio Romano. Su trabajo es sobrio, al igual que su personaje. Transmite veracidad e imprime un coraje que impregna al espectador en todo momento. Deseamos que logre su venganza, estamos ansiosos por ver como lucha en la arena (las mejores y más conseguidas escenas de la película). Rodeado todo por una atmósfera de claroscuros que recrea una fotografía soberbia.
Un nuevo éxito fue el que también consiguió Hans Zimmer con la banda sonora que compuso para esta historia de venganza. Aventura, poder, sacrificio. Sensaciones que empatizan con el público a través de las notas de Zimmer. Envuelve el film con un buen puñado de momentos que enlazan música e imágenes de una manera asombrosa. No era extraño, el genial compositor (heredero de John Williams) ya tenía una buena colección de excelentes bandas sonoras a sus espaldas.
Los personajes, unos mejor presentados que otros, tienen que rendir pleitesía al enorme trabajo que ofrece Joaquin Phoenix como Cómodo. Cruel, ambiguo, exagerado, ególatra. Un abanico de emociones que eclipsa en muchos momentos al propio personaje principal. Se come la pantalla cada vez que aparece, personaje y actor se fusionan creando uno de los villanos más sádicos de los últimos tiempos.
La trama se divide en tres partes: la caída de Maximus como general, su cuativerio como esclavo y su ascenso como gladiador. Partes del film que van in crescendo, aumentando la espectación en su visionado. Creando una eufórica emoción de buen cine, como antaño. Pura aventura e imaginación sin giros en el guión, sin rodeos ni mensajes pseudo-políticos que enturbien el título. Diversión directa. Un nuevo Ridley Scott asomaba la cabeza para quedarse. Si bien es cierto que volvería a intentar recrear esta magia en posteriores trabajos como 'El reino de los cielos' (2005) o 'Robin Hood' (2010). Sólo lo conseguiría con la magnífica 'Black Hawk derribado' (2002).
Un disfrute de película que logró reavivar la carrera de Ridley Scott, desde entonces no ha parado, filmando casi una película por año. Para Crowe fue el Santo Grial. Obtuvo el Oscar al Mejor Actor y se aseguró un estrellato que mantiene hasta hoy. Aparte, 'Gladiator' significó la creación del tándem Scott-Crowe, pues trabajarían juntos en 'Un buen año', 'Red de mentiras', 'Robin Hood' y la excelente 'American gangster'.
Nada más comenzar estamos en plena batalla, sin medias tintas. En un alarde de montaje, el director nos mete de lleno en la acción. Presenta a personajes, motivaciones e incluye escenas de alto voltaje que ponen a las claras lo que nos espera durante las próximas dos horas.
Un muy bien elegido Russel Crowe pone la nota de rudeza y épica aplastante que nos trasladará a los inicios de la decadencia del Imperio Romano. Su trabajo es sobrio, al igual que su personaje. Transmite veracidad e imprime un coraje que impregna al espectador en todo momento. Deseamos que logre su venganza, estamos ansiosos por ver como lucha en la arena (las mejores y más conseguidas escenas de la película). Rodeado todo por una atmósfera de claroscuros que recrea una fotografía soberbia.
Un nuevo éxito fue el que también consiguió Hans Zimmer con la banda sonora que compuso para esta historia de venganza. Aventura, poder, sacrificio. Sensaciones que empatizan con el público a través de las notas de Zimmer. Envuelve el film con un buen puñado de momentos que enlazan música e imágenes de una manera asombrosa. No era extraño, el genial compositor (heredero de John Williams) ya tenía una buena colección de excelentes bandas sonoras a sus espaldas.
Los personajes, unos mejor presentados que otros, tienen que rendir pleitesía al enorme trabajo que ofrece Joaquin Phoenix como Cómodo. Cruel, ambiguo, exagerado, ególatra. Un abanico de emociones que eclipsa en muchos momentos al propio personaje principal. Se come la pantalla cada vez que aparece, personaje y actor se fusionan creando uno de los villanos más sádicos de los últimos tiempos.
La trama se divide en tres partes: la caída de Maximus como general, su cuativerio como esclavo y su ascenso como gladiador. Partes del film que van in crescendo, aumentando la espectación en su visionado. Creando una eufórica emoción de buen cine, como antaño. Pura aventura e imaginación sin giros en el guión, sin rodeos ni mensajes pseudo-políticos que enturbien el título. Diversión directa. Un nuevo Ridley Scott asomaba la cabeza para quedarse. Si bien es cierto que volvería a intentar recrear esta magia en posteriores trabajos como 'El reino de los cielos' (2005) o 'Robin Hood' (2010). Sólo lo conseguiría con la magnífica 'Black Hawk derribado' (2002).
Un disfrute de película que logró reavivar la carrera de Ridley Scott, desde entonces no ha parado, filmando casi una película por año. Para Crowe fue el Santo Grial. Obtuvo el Oscar al Mejor Actor y se aseguró un estrellato que mantiene hasta hoy. Aparte, 'Gladiator' significó la creación del tándem Scott-Crowe, pues trabajarían juntos en 'Un buen año', 'Red de mentiras', 'Robin Hood' y la excelente 'American gangster'.
Información de más
- Antes del rodaje, Russel Crowe había engordado 20 kilos para 'El dilema', los perdió en dos meses.
- Su personaje Maximus es un general romano nacido en Hispania, concretamente en Merita Augusta (Mérida).
- Tanto Marco Aurelio como su hijo Cómodo fueron emperadores en la realidad, salvo que Cómodo ascendió cuando su padre murió por la peste. No hubo ninguna traición.
- Oliver Reed, amo de la escuela de gladiadores donde lucha Maximus, murió durante el rodaje. Algunas escenas de él se realizaron con montajes y ordenador.
- Las heridas que tiene Russel Crowe en la cara en la escena de la batalla inicial son reales producidas por un caballo.
- Mel Gibson y Antonio Banderas fueron los primeros elegidos para interpretar el papel de Maximus.
- Se construyó una réplica parcial del coliseum se Malta, donde se rodó gran parte del film.
- El verdadero Cómodo era conocido como el emperador-gladiador debido a que su madre se acostaba con gladiadores, no por que él luchase en la arena.
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