Suelo tener el vicio, una
vez disfruto de algún contenido audiovisual, de seguir un rastro, de que una cosa
me lleve a otra para seguir descubriendo rincones del séptimo arte y crear así
un ciempiés eterno: un director, una actriz, un estilo de hacer cine, un
leitmotiv…
En este caso, estaba en
la Wikipedia leyendo sobre la historia de los Hombres G, ya que acababa de ver,
disfrutándolo mucho a pesar de mi predisposición inicial a odiarla, ‘Voy a
pasármelo bien’. El tráiler me había dado a entender que se había hecho un
‘Mamma Mia’ en toda regla, es decir, habían creado una trama con más o menos
lógica para ir enchufando uno tras otro los grandes éxitos de los Hombres G. Mi
intención de machacarla se desvaneció al minuto y medio y disfruté la peli como
un enano.
Estaba en la Wikipedia, como
decía, y descubrí el origen del nombre del grupo. Siempre pensé que los
miembros del grupo eran tan soberbios que se pusieron el nombre pretendiendo
ser los hombres Guapos, o los Grandes o los Guays (para mí, que por culpa de mi
hermana mayor los escuchaba a todas horas, eran los Gilipollas)… y resulta que
tenía que ver con James Cagney y la película ‘Contra el imperio del crimen’
(G-Men, en original).
Evidentemente, me fui de
cabeza a verla ya que era otro de esos clásicos pendientes al que nunca le había
encontrado el momento adecuado. Y ¡Oh, sorpresa, qué maravilla! Está muy bien
tramada y tiene una resolución muy redonda, que luego ha sido copiada hasta la
saciedad.
¡Qué manera de dirigir
por parte de William Keighley! Un hombre que no ha pasado a la historia con
letras doradas a pesar de haber dirigido superclásicos como este, o como el
Robin Hood de Errol Flynn.
¡Qué persecuciones en
coche! Grabadas 60 años antes de ‘Ronin’ y 80 años antes de la saga
‘Fast&Furious’. Y eso que aquí no había ni un solo efecto digital y, como
mucho, se permitían acelerar un poco el ritmo de reproducción para que
pareciera que corrían más.
Reconociendo sus
carencias, que son muchas y variadas, la disfruté tanto como la protagonizada
por Raúl Arévalo y Dani Rovira que, sea dicho de paso, lo hacen bastante mejor
que James Cagney y Ann Dvorak.
Así, tanto ‘Voy a pasármelo bien’ como ‘G-Men contra el imperio del crimen, son dos películas que he podido disfrutar mucho, de manera seguida (cosa poco frecuente), con absolutamente nada en común. Bueno, una sola letra, esa G mayúscula que en un film hacía sufrir a los gángsters y en otro a los mamones.